Perez Companc y el campo: la pasión oculta de uno de los hombres más ricos de la Argentina


¿Cuál fue el derrotero de la familia en el negocio agropecuario?; ¿cuántas hectáreas conserva y en qué sectores participa? Por Facundo Sonatti.

La venta de 74.000 hectáreas agrícola-ganaderas al grupo inversor Argentina Farmland Investors hace exactamente 19 años no significó la salida definitiva de la familia Perez Companc del negocio. Vacas Jersey, ovejas, agricultura, ganadería y hasta un frigorífico propio, en Uruguay, integran hoy su plataforma agropecuaria. 

Goyaike, Del Carmen y Garmet son las sociedades a través de las cuales la familia canaliza sus intereses en el sector, tanto en la Argentina como en Uruguay. En números, su presencia en el agro se traduce en al menos 325.000 hectáreas donde por su superficie se destacan las estancias Santa Ana y San Ramón, en la provincia de Santa Cruz. Allí, suman al menos 270.000 hectáreas con 20.000 lanares. Sin embargo, son sus suelos agrícolas los que hacen la diferencia a la hora de poner el foco sobre los márgenes. 

Además, el Grupo Perez Companc conserva una participación del 75% en el gigante exportador Molinos Agro, que comercializa más de 5 millones de toneladas de granos y subproductos por año. 

Perez Companc y el agro: un vínculo centenario

La última vez (quizás la única) que Gregorio Perez Companc, uno de los hombres más ricos del país, hizo declaraciones a la prensa habló especialmente sobre su vínculo con el campo. Fue en la edición 2006 de Mercoláctea, cuando con su característico bajo perfil, dialogó con el periodista Antonio Lozado, director comercial de TodoAgro. “Mi madre se llamaba Margarita Companc y tenía vacas Jersey en el Sur. La creación de la cabaña fue responsabilidad de mi esposa y volver a trabajar con esa raza fue un homenaje que hizo María del Carmen a su suegra, que no conoció”, contó Goyo con la voz casi quebrada. 

La primera empresa de la familia explica ese vínculo. Fundada en 1919, se llamó San Benito. Margarita Companc de Perez Acuña tenía un campo en Santa Cruz, cerca de Río Turbio, y otro en la isla de Tierra del Fuego. Su actividad principal era la cría de ovejas y la comercialización de lana, además de las vacas Jersey. 

Hoy, Escobar, el patio trasero de la familia, contiene uno de los tambos que abastecen la producción de dulces y helados con la marca Munchi’s desde 1999. Junto a otras unidades comerciales, entre Carmen y San Antonio de Areco, suman unas 1600 vacas en ordeño y cerca de 20.000 litros diarios de producción. Pero el corazón de su negocio agropecuario pasa por las hectáreas que destina a agricultura y ganadería tanto en la Argentina como en Uruguay. A través de Goyaike, la familia administra 58.000 hectáreas, entre propias y alquiladas, a cada lado del Río de la Plata.

Solo en la provincia de Buenos Aires, suma 23.000 hectáreas de las cuales destina el 75% a agricultura. Mientras tanto, en Uruguay, el 50% de sus alreededor de 35.000 hectáreas es ocupado por pasturas para alimentar el grueso de sus 30.000 cabezas de ganado.

Además, muy cerca de la mina de Río Turbio, tienen un plantel Hereford sobre 1500 hectáreas bajo riego, donde se cultiva alfalfa para engorde. Esa misma impronta emprendedora al pie de la Cordillera, fue la que impulsó al mayor de los herederos, Jorge Perez Companc, a comprar un campo inundado, en Bosch, provincia de Buenos Aires. Sus amigos llegaron a tildarlo de “criador de patos”. Sin embargo, allí, hoy, obtiene excelentes resultados. Esa es parte de la génesis de La Gloriosa, otra empresa agropecuaria ligada a la familia, en este caso, en manos de uno de los herederos de Goyo y sus nietos. En los hechos, este grupo explota 15.000 hectáreas en el sudoeste bonaerense y hasta se animó a desarrollar un pequeño viñedo en Balcarce y, hace siete años, sumó arandanos en Corrientes. 

El portafolio de activos ligados al agro se completan con Garmet y San Jacinto, en Uruguay. Garmet es el brazo comercial de Del Carmen, empresa dedicada a la producción agropecuaria y presente en ese país desde 1982. Una tandem que replica lo que hacen Molinos Agro y Goyaike, pero del otro lado del río. En la práctica, Garmet es uno de los referentes en el comercio de granos y 5° exportador de porotos de soja de Uruguay. A su vez, la familia controla un frigorífico que es líder en faena de corderos con 25% de share y sexto si se miden las cabezas bovinas con un 6% de participación. 

Integrados para crecer

“Con el grupo hemos vuelto al campo y vimos como es posible manejar e integrar una cadena de valor”, dijo Goyo en dialogo con el director comercial de TodoAgro, en 2006. “Me considero un hombre de campo, he empezado humildemente de abajo y pudimos hacer grupos. Tenemos que ayudarnos mutuamente y hoy aquí veo que esta exposición y el campo es una hendija muy importante porque es la manera de que la gente piense en algo”, comentó en ese entonces, haciendo referencia a un recuerdo de uno de sus hermanos que decía que, “siempre hay una hendija para salir adelante y allí veo al campo”

Si bien la familia conserva una unidad de negocios sólida, su dominio agropecuario supo ostentar mayores superficies antes de su salida del negocio petrolero. En la operación por la cual Petrobras se hizo con Pecom Energía, en 2002, hubo tres negocios que no le interesaron a la estatal brasileña y que el convenio permitía vender a otros inversores. 

Entre esos activos se contaban el centro de explotación minera de oro y plata Cerro Vanguardia, ubicado en la provincia de Santa Cruz, que la familia vendió al grupo sudafricano AngloGold, por US$ 90 millones, incluídas sus 40.000 hectáreas. 

Algo similar ocurrió con las al menos 169.000 hectáreas de bosques, selvas nativas y plantaciones repartidas entre Misiones, Corrientes y el Delta. Los activos forestales de la familia pasaron a manos de Alto Paraná ese mismo año por un monto estimado en US$ 53 millones. Misma cifra pagó Argentina Farmland Investors por los campos de Pecom Agra, ubicados en las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Corrientes con unas 22.000 hectáreas sembradas, alrededor de 57.000 cabezas de ganado, y seis tambos con 3200 vacas que, en ese entonces, generaban 22 millones de litros al año. 

La pregunta del millón es si fue acertado el timing para la venta de esos negocios agropecuarios justo en vísperas de un nuevo ciclo alcista del precio de los commodities. En teoría, la operación por la cual la familia cedió las 74.000 hectáreas agrícolo-ganaderas, al fondo que hoy se conoce como Adecoagro, le habría reportado una ganancia de US$ 27 millones. Esa es la diferencia entre lo que la familia pagó en los ‘80 y lo que obtuvo en 2002. 

Sin embargo, solo tres años después, volvió sobre sus pasos y desembolsó US$ 15.000 por hectárea para quedarse con dos estancias en Capitán Sarmiento y Arrecifes. La primera se llama San Javier y supo pertenecer a la familia Vázquez Iglesias para luego pasar a manos de los Cordero. Son 1000 hectáreas que Perez Companc habría destinado no solo a agricultura sino también a ampliar su negocio de cría de caballos, otra de las pasiones que comparten distintos miembros de la familia.  

Fuente: news.agrofy.com.ar

Previous SanCor no toca fondo: un posible cambio de manos la volvería una pyme y hay batalla gremial para "blindar" sueldos
Next Entablan una demanda contra Ledesma por la falta de aportes sindicales